Existe algo excepcional acerca de la patineta que no toda la gente puede descubrir a primera vista…

O experimentar la primera vez que se atreven a subir a una patineta real hecha de maple, aluminio y uretano; entiendo que es muy distinto ver un video en Youtube o jugar un video juego acerca de patinetas que el hecho real de intentarlo por primera vez. Todos pasamos por el mismo ritual en algún momento. También entiendo por qué tanta gente deja de patinar –especialmente al tener el primer golpe o caída – al darse cuenta de que patinar duele y de que existe el riesgo real e inminente de salir lastimado.

Pero este es el asunto: más allá del dolor, de la sangre, los huesos rotos, luxaciones, esguinces y otras maravillosas cosas, la patineta me ha dado algo que no encontré en ningún otro lugar. Me dio claridad. Y no me refiero al hecho de solo hacer trucos en la patineta; el solo hecho de poder subirme todavía a una, me hace sentirme agradecido y muy afortunado de poder seguir haciendo algo que me hace feliz. Y realmente no puedes ponerle precio a eso.

Patinar duele, eso es un hecho; pero esa es la condición general de la vida, no importa lo que hagas o intentes evitar, todos de alguna manera vamos a salir lastimados. Pero este es el asunto: las veces que he salido lastimado es cuando me bajo de la patineta.

El riesgo siempre va a formar parte de la patineta como la conocemos y es lo que vuelve al skateboarding un animal salvaje e impredecible; no importa cuántas protecciones o precauciones se puedan tomar, la posibilidad de una caída siempre va a existir y eso es precisamente el atractivo de subirse a un pedazo de madera con ruedas. Porque más allá del riesgo, del ruido, de la posibilidad de fallar o de que algo salga mal, está la recompensa: claridad. Aunque sea por unos instantes, pero ahí está; lo que nos mantiene patinando a pesar del riesgo, la promesa de unos momentos de claridad.

Y la claridad solo llega una vez que la confusión ha pasado. Es entonces cuando el hecho de patinar se vuelve importante y toma el control de tu vida por unos momentos: bajar el truco se vuelve una prioridad y todo lo demás queda suspendido hasta nuevo aviso. El mundo puede esperar. Así que lo intentamos una y otra vez hasta lograr el truco o lastimarnos, lo primero que suceda. Y cualquiera que sea el resultado siempre regresamos por la posibilidad de ese breve momento de claridad aún si existe el riesgo de salir lastimado.

Es eso lo excepcional de la patineta: el infinito universo de posibilidades que ofrece a cualquiera que quiera acercarse a una patineta, aún si la mayoría de la gente no puede verlo a primera vista o experimentarlo la primera vez que se sube a una patineta.

NED…

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