En esta vida todo tiene un costo…
En esta vida todo tiene un costo y no existe una sola cosa sobre la faz de la tierra a la que puedas llamar realmente “gratis”; todo -y quiero decir- absolutamente todo tiene un precio y no me refiero solo al dinero, hay cosas infinitamente más valiosas que eso: como el tiempo que tenemos para hacer las cosas que nos gusta hacer, el sabor de una comida hecha en casa o el distintivo ruido que hace la patineta al rodar por la calle; en las sabias palabras de Steve Caballero “la patineta, como la música y el amor tienen la capacidad de hacer feliz a la gente”; yo añadiría los videojuegos a esa lista, además todos tienen en común que hacen a la gente olvidar sus problemas -al menos por unos momentos- y realmente no puedes ponerle un precio a eso.
Una cosa curiosa acerca del dinero es que parece muy importante cuando no se tiene.
Una cruel verdad a cerca de la raza humana es que no valoramos las cosas hasta que es demasiado tarde; y sucede que en ese aspecto la patineta es una cosa muy valiosa: el tiempo y esfuerzo que invertimos en un truco es directamente proporcional a la recompensa, seguro, hay un par de trucos que por alguna extraña razón son más fáciles que otros y para algunas personas parecería que nacieron con un talento natural para patinar, el cual se vuelve notorio con el tiempo, pero como en todas las cosas realmente valiosas de la vida, la regla general es que hay que esforzarse e intentarlo una y otra vez, caerse y levantarse, intentar y fallar de todas las maneras posibles: no hay atajos, no hay manera fácil; solo constancia, disciplina y mucho amor por lo que haces. De otra manera ni siquiera vale la pena intentarlo.
Todos los problemas, obstáculos y dificultades son solo una prueba de qué tanto lo quieres; de hasta dónde estás dispuesto a llegar por lograr lo que te propones. Una prueba de cuál es el precio que estás dispuesto a pagar. Y esto con la repetición y el tiempo se vuelve un proceso.
Y es hasta que estamos con las muletas y el yeso que entendemos que –efectivamente- hay un precio que pagar y a todos sin excepción nos llega la cuenta en algún momento; creo que todos tenemos ciertos límites y debemos aprender a no rebasar esos límites; pero la cuestión con la patineta es que estamos constantemente probando los límites de lo que es posible. La razón de seguir patinando (especialmente después de una lesión importante) es siempre progresar y un continuo proceso de aprendizaje el cual siempre es distinto para todos, pero con un mismo objetivo: hacer el truco. Una vez logrado volver a iniciar el proceso con un truco distinto, en un spot distinto. Y otra vez, pero de switch.
Este proceso tiene su costo que va más allá del riesgo de una lesión y algunas veces no tiene un final feliz; en esos momentos parecería que todo fue para nada, que no valió la pena y que salimos derrotados. Cada uno encuentra su razón para seguir adelante, motivarse y volver a intentarlo; para mí fue una frase que escuché hace mucho tiempo en mis días universitarios de cierto autor checoslovaco llamado Franz Kafka, él dijo: “Todo lo que amas eventualmente lo perderás, pero al final, el amor volverá a ti en una forma distinta”.
Casi puedo jurar que Kafka se refería a los trucos de patineta.
Es más común de lo que crees perder trucos con el tiempo, pero siempre existe la posibilidad de volver a tomar el proceso y aprender algo nuevo o re aprender algo que ya sabíamos, pero habíamos olvidado en alguna parte del camino. Para mí, esa es la parte a la que se refería el viejo amigo Franz; y por la que todo vale la pena: cuando todo el amor regresa, pero de una forma diferente a la que esperabas y te das cuenta por fin que lo que es realmente importante no es el resultado: es el proceso. Pero eso es algo que solo entendemos después de algo de tiempo y mucha repetición.